JESÚS MARIA
ARROYO CASTELLANOS
CARMELITA
DESCALZO ENSUCUMBIOS
Queremos
presentar hoy día a Jesús María Arroyo Castellanos, Carmelita Descalzo, que
vivió y trabajó por más de veinte y seis años en la provincia de Sucumbíos. El amor
y la pertenencia que encontró en Ecuador le llevó a solicitar la naturalización
como ecuatoriano, pero tras sufrir un fatal accidente el Padre Bueno lo recogió
hace seis meses, mientras se encontraba en España, visitando a su familia.
El
P. Jesús nace en Burgos (España) el 21 de junio de 1955. Y es ordenado como
sacerdote dentro de la Comunidad de los Carmelitas Descalzos el 16 de junio de
1981. Llega al Ecuador el 16 de agosto del año 1981, cuando acababa de cumplir
veintiséis años. Viene destinado a la Misión Carmelita de San Miguel de
Sucumbíos, en ese momento provincia de Napo. Viene, como él mismo nos dice,
“lleno de ilusiones” a trabajar como misionero en el Oriente ecuatoriano.
Hasta
el año de 1986 trabaja en la zona de la vía a Colombia y con las comunidades
campesinas aledañas a Lago Agrio. Comparte una vida llena de alegría, sintiéndose
acogido como en casa propia entre los campesinos y las campesinas de las vías Colombia,
Coca y Tarapoa. Acompañar el día a día dar la bienvenida a las familias
que acababan de llegar de las diferentes provincias del país en busca de
mejores oportunidades y sueños inalcanzables, es su tarea fundamental en
estos primeros momentos. El trabajo arduo de estar junto a ellos en las
gestiones ante el IERAC, motivar la organización comunitaria, animar a la
legítima defensa de su derecho a tener un pedazo de tierra, desde una profunda
fe en Jesús de Nazaret y convencido profundamente de que esa fe le exige luchar
para defender los derechos humanos y conseguir una vida digna para toda esta
gente. ”Fue un verdadero regalo del Dios de la vida, poder vivir junto a ellos
estos años”, nos dirá él mismo.
El
año de 1986 pasa a ser párroco de la única iglesia que había en Lago Agrio en
esa época, donde permaneció hasta el año 1994. La vida de los vecinos, la
formación de las comunidades cristianas y el alentar la organización barrial
ocupan sus desvelos. En Lago Agrio le encuentra el terremoto del año 1987
que le exige trabajar arduamente por una población que estaba desvalida por el
aislamiento que el sismo produjo. Como párroco forma parte de la Junta de
Defensa, que al lado de las autoridades y presididos por el militar de más alto
rango, procura paliar el sufrimiento y la angustia de quienes más sufren por lo
que había sucedido.
Él
rememora y nos recuerda cómo en esas circunstancias le cabe la suerte y alegría
de conocer y acoger a un joven venido de
Suiza, de nombre Toni, (Tony el Suizo o Tony el Puentero) con quien no solo comparte
ilusiones, sino también trabajos para dotar de puentes a las comunidades más
alejadas, pobres e incomunicadas de la provincia.
El
padre Jesús fue Provicario de ISAMIS durante largo tiempo, bajo su
administración se ejecutaron algunas de las obras más importantes de esta
comunidad, su dirección fue sencilla y transparente, acorde a la sobriedad que
caracterizó su vida, hermano de todos, siempre atento a los demás y con su
alegría inconfundible.
En
el año 1986 le correspondió dirigir el “EPPP” que fue el proceso de evaluación y actualización del trabajo
pastoral y social de la Iglesia, para aplicar en los hechos, las orientaciones
de Medellín: pastoral de conjunto, inserción entre los pobres, relevancia del
pueblo laico, incorporación de la mujer, compromiso social.
También
debido al cargo de párroco y en aquellos difíciles momentos del Gobierno de
León Febres Cordero, asume la responsabilidad de estar al frente, como
presidente, del naciente Comité de Derechos Humanos del Nororiente (CDHNO) que,
con el apoyo de profesionales, va creciendo y ofreciendo resistencia a los
desmanes que constituían el pan de cada día en una tierra que era considerada
tierra de nadie y donde lo importante no eran las personas, sino el petróleo
que sustentó y todavía sustenta a la economía del país.
Del
año 1990 al 1994 le corresponde poner en marcha uno de los proyectos más
emblemáticos de la Iglesia local: la Radio Sucumbíos. Con este medio inicia
una nueva etapa y se pudo soñar que era posible sacar a esta provincia y a la
provincia de Orellana, todavía no creada, del aislamiento al que se les tenía
relegadas. Bajo su dirección se consigue formar una verdadera escuela de
comunicadores, que de la mano de entidades como CORAPE y ALER, abrieron la
mirada al ámbito nacional y latinoamericano y que desde entonces ha significado
un gran aporte de recursos y sobre todo de personas preparadas intelectual,
técnica y espiritualmente, que hoy en día prestan su contingente en diferentes
instancias oficiales y particulares de la Provincia. Se integró a una
provincia que todavía no tenía adecuadas vías y que por estar formada por
pobladores venidos de todo el país carecía de identidad. Se hizo realidad el
sueño de contar con un medio de comunicación que aportase identidad a la
provincia y por eso mismo el pueblo le puso el nombre con el que la identifica
hasta el día de hoy: Radio Sucumbíos.
El
año 1997, a su regreso de un tiempo de estudio, comienza una nueva etapa de su servicio
en Sucumbíos. Se le encomienda el trabajo con las nacionalidades indígenas que
habitan en esta provincia, de manera muy particular con la población shuar
emigrada desde Morona Santiago y Zamora Chinchipe y la población kichwa (runa),
venida anteriormente del alto Napo. Además de acompañar a las comunidades
cristianas y a sus servidores, se dedica a poner en marcha el Centro Cultural
Indígena P. Ramón López, llamado así en memoria de un Carmelita asesinado el
año 1969 en el sector de Puerto Libre
por defender a la comunidad Cofán que allá vivía, actual comuna
Sinango’e. En estos mismos años, apoya el nacimiento de la Federación
Shuar de Sucumbíos con la intención de que la población shuar de la provincia
se vaya articulando y apoyando mutuamente en contacto con la Federación Shuar
de Macas.
Hay
un período de seis años que tiene que vivir en la ciudad de Quito por
responsabilidades de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Regresa con alegría para trabajar en uno de
los proyectos más preciados de los Carmelitas en la provincia: el Centro de
Espiritualidad Monte Carmelo. Un espacio integral de Espiritualidad y Formación
en valores, con el que se pretende ofrecer a la población de una zona
siempre asediada por problemas de violencia y de marginación, espacios de reflexión,
orientación y cultivo de bases morales. Se pretende crear un centro de Paz en
medio de un territorio de dolor y de muerte.
En
esta tarea se encontraba cuando el 30 de octubre de 2010 se da un cambio
drástico en la dirección de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos. Monseñor
Gonzalo López que había estado al frente durante 40 años, como correspondía al
cumplir sus 75 años de edad, presenta su renuncia ante el Vaticano. Solicitud
que es aceptada luego de dos años y en su lugar la Congregación Vaticana para
la Evangelización de los Pueblos, nombra como Administrador Apostólico a Rafael
Ibarguren; y al mismo tiempo retira la encomienda que tenían los Carmelitas,
por más de 50 años, de administrar la Iglesia de Sucumbíos y se la confiere a
los Heraldos del Evangelio, grupo totalmente antagónico al proceso de Iglesia
vivido en esta provincia, su radicalidad y cercanía con el grupo político
Tradición Familia y Propiedad, lo hacen extremadamente peligroso. Finalmente a
Monseñor Gonzalo, le “piden” que salga inmediatamente de Sucumbíos y lo que es
más, de Ecuador.
La
llegada de los Heraldos del Evangelio TFP a Sucumbíos efectiviza una decisión
de la Curia Romana de cambiar radicalmente el modelo de Iglesia instituida. De
una Iglesia Comunidad Ministerial, en que los Laicos, las Mujeres, los
Indígenas, los Pobres… desde las Comunidades Eclesiales de Base y desde la Organización
Popular, tienen espacios de comunión y participación, se pasa a un modelo de
Iglesia en que los curas toman todas las decisiones sin tener en cuenta
aquellos espacios. Es decir, la Iglesia pasa a ser la que margina y minimiza
las acciones y empeños de las Comunidades Eclesiales de Base, los ministerios
laicos, las mujeres, etc.
Es
preciso indicar que en la etapa anterior, la Iglesia desde todos sus niveles había
tratado de vivir profundamente la doble dimensión de la fe y del compromiso
social, siguiendo las orientaciones del Concilio Vaticano II y de las
Conferencias Latinoamericanas de los Obispos (Medellín, Puebla, Santo Domingo,
Aparecida) y desde la práctica y la enseñanza de Jesús en el Evangelio, de a
ser levadura en la masa para encarnar los valores del Evangelio y construir el
Reino de Dios. En este trabajo comunitario comulgaban; el Obispo, los Agentes
de Pastoral (Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, Laicos y laicas); los Ministerios
(Diáconos, Animadores, Catequistas, etc.), las Organizaciones Populares y un
sin fin de personas que animadas por este espíritu colaboraban desde dentro y
fuera de nuestra provincia, caminando con los dos pies, nos referimos a las
Comunidades Eclesiales de Base, que viven y celebran la presencia de Jesús y
todas nuestras Organizaciones Populares que se comprometen días a día y
centímetro a centímetro en la construcción del Reino de Dios.
La
presencia del P. Jesús Arroyo en esta comunidad viva que defendía los derechos
de los pobladores y luchaba por la construcción de la provincia de Sucumbíos, a
través de las marchas, protestas y paros, ante la gran injusticia de
repartición de los bienes nacionales que salen exclusivamente de estos
territorios, exigió la reivindicación de la deuda social que el País aún tiene
con los habitantes de este sector de la Patria; por lo cual se trabajó en la
preparación y formación de líderes (Radio Sucumbíos; Colegios Pacífico, San
Miguel, La Merced; Instituto Tecnológico Crecermás; Colegio Intercultural Abya
Yala; Organizaciones Populares, etc.) y que poco a poco ha dado sus frutos.
Sin
embargo con la llegada de los Heraldos TFP se desencadena una etapa de
violencia, de división, de enfrentamiento que no se había dado anteriormente en
los 40 años de Monseñor Gonzalo. Los nuevos encargados de la administración de
la Iglesia, con el apoyo y patrocinio de las autoridades tanto del Vaticano
como de la Iglesia ecuatoriana y aplicando su conocida estrategia, se aliaron con los sectores más pudientes de
Lago Agrio, políticos, medios de comunicación y con la parte más fanática y peligrosa
del grupo Carismático de esta ciudad, desplegando una campaña de difamación (a
través de las emisoras de radio, pasquines, blogs, etc…) contra Mons. Gonzalo,
los Carmelitas, los Sacerdotes Diocesanos, Religiosos y Religiosas,
Ministerios, Dirigentes hombres y mujeres, pasando muchas veces a agresiones
verbales y físicas y a actos vandálicos.
Toda
esta infamia que el P. Jesús, con las Comunidades y los Ministerios, las
organizaciones populares y gran parte de la población, resistieron y siguen resistido
hasta ahora con gran valor y conciencia de seguidores y seguidoras de Jesús de Nazaret.
Todos estos intentos de destruir su Iglesia pese a la crueldad de las acciones
de los Heraldos TFH y sus aliados los sacerdotes enviados con consignas claras
de terminar con este proceso de Iglesia comunión, desde Quito, Guayaquil, Loja e Ibarra, solo
han servido para unir más al pueblo de Dios en la defensa de los conseguido.
Y es que en la Iglesia Comunidad
Ministerial, al igual que en la Iglesia de las Primeras Comunidades, todos y
todas nos sentimos hermanos y hermanas, nadie es superior a su hermano o
hermana, simplemente tenemos funciones diferentes, pero todos y todas tenemos la
dignidad de hijos e hijas de Dios al servicio de su Reino. Por eso no podemos recordar a Jesús
Arroyo solo, no podemos separarlo de sus hermanos carmelitas descalzos,
reconocidos y acogidos ya como ciudadanos ecuatorianos. Nos resulta imposible
verlo aislado, sin la referencia de la Iglesia San Miguel de Sucumbíos, de
Mons. Gonzalo López Marañón y sin la cercanía de Pablo Gallego, Juan Berdonces,
Juanito Cantero, José Septién; los sacerdotes diocesanos Edgar Pinos, Pablo
Torres, Raúl Ushca, Santos Mata; los religiosos y religiosas y los misioneros y
misioneras laicas, los hermanos de las Comunidades para la Iglesia y el Mundo
(COIM), los animadores/as, los ministerios laicales y tantas otras
personas que han ayudado y apoyan el caminar de ISAMIS.
Y es que en ISAMIS con
Mons. Gonzalo López Marañón, los carmelitas descalzos, los sacerdotes
diocesanos, los/as otros/as religiosos/as y laicos/as comprometidos/as vivimos
un período en el que hemos sentido la promesa y nuestra pequeña realidad de
lucha y esperanza. Con su entrega y ejemplo hemos entendido que el pastoreo es
un servicio y no una imposición, que evangelizar
nos es mandar o imponer y, mucho menos, dominar, sino "dar la vida por
las ovejas" (Jn 10,11).
Si quisiéramos destacar algunos aspectos de la vida
de Jesús, que significan un aporte a la sociedad de Sucumbíos, tendríamos que
anotar:
- En primer lugar el gran amor y confianza en Dios, que le motivó a venir al Ecuador como misionero y entregarse totalmente a su pueblo, desde el amor incondicional a la Iglesia, a la tarea de construir el Reino y a la lucha por la vida de su gente;
- Un gran amor a la gente de Sucumbíos, especialmente a la gente sencilla: campesinos, mujeres, indígenas, por quienes no dudó nunca en hacer todo lo que podía por ayudarles a ser felices y tener un vida plena, como lo había prometido Jesús en el Evangelio;
- Un compromiso fuerte y decidido por apoyar y defender los derechos de los más pobres, especialmente desde las organizaciones (Unión de Campesinos del Nororiente –UCANO-, Coordinadora Popular del Nororiente –CPNO-, Asociación de Padres de Familia del Nororiente –APAFANO-, Federación de Mujeres de Sucumbíos –FMS-, Frente de Defensa de la Amazonía –FDA-, Federación de Organizaciones Campesinas de Sucumbíos –FOCAS-, Comité de Derechos Humanos del Nororiente –CDHNO-, Asamblea de la Sociedad Civil de Sucumbíos –ASCIS-, las diferentes Federaciones de Indígenas de las distintas Nacionalidades y muchas más).
- Un compromiso de defensa del pueblo y de la provincia de Sucumbíos: participando decididamente en las acciones y manifestaciones como paros provinciales, con aportes en la Asamblea de la Sociedad Civil y en la Asamblea Biprovincial.
- La puesta en marcha de Radio Sucumbíos, como elemento integrador de la Provincia y como creador de identidad propia en sus habitantes; medio que sirve también como formador y gestor de líderes que aportan al desarrollo social.
- Un aporte inmenso al poner en marcha el Centro de Espiritualidad de Puerto Libre, como espacio dinamizador y formador de líderes y ministerios para una Iglesia comprometida con la Vida; y centro de formación en valores, que ayuda a crear una cultura de paz en una zona difícil de violencia y muerte.
- Un especial amor a los indígenas, particularmente a los Shuaras con quienes trabajó durante algunos años; igualmente a las mujeres, a quienes acompañó en su lucha por la defensa de la vida y por la erradicación de la violencia y la marginación.
- Devoto y seguidor fiel de María de Nazareth, carmelita al fin y al cabo. Amaba a la Madre de los pobres y difundió su ejemplo cada día de su vida.
- Orante y profundamente espiritual, con su silencio y alegría se convirtió en motor de la misión, en donde encontró momentos profundos de oración, que alimentaban su caminar.
- No violento activo por naturaleza, cultivaba la lectura de autores como Gandhi y otros profetas actuales, lo cual fue mal visto por los que todavía sueñan en los tiempos actuales con violencia y cruzadas.
- Hombre sereno, dialogante, símbolo de la paz, que supo ser firme y directo a la hora de defender sus convicciones. Su criterio y discernimiento lo hacían muy lúcido para actuar de acuerdo a los signos de los tiempos y no como los consignados que nos envían ahora, que repiten sin criterio lo que viene de cierta parte de Europa.
- Referente a nivel Nacional y Latinoamericano, fue vicepresidente de la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos, su aporte en esta instancia fue básico para impulsar la lectura de los tiempos desde el Evangelio y motivar el espíritu misionero sobre todo de los más jóvenes.
- Un aporte importantísimo tuvo en la Coordinación de la CEBs urbanas y campesinas del Ecuador, su voz se hizo escuchar alta y clara en la defensa de los trabajadores petroleros, del agro e indígenas, cada vez que fue necesario.
- Su presencia sigue intacta en todas las comunidades que amó y que lo amaron, sigue presente en las luchas pendientes que diariamente libran sus pueblos y en la oración diaria y silenciosa de cada uno de ellos.
- Su partida, extraña y difícil de entender, que a muchos dejó un sentimiento de duda, sobre todo por la crudeza del choque que en ese instante vivía su Iglesia y por los ataques que debió enfrentar en sus últimos tiempos de vida por parte de fascistas del peor pelaje, al pasar de estos seis meses, la aceptamos como ofrenda al Padre de la Vida, pero seguros que desde donde está nos acompaña siempre.
Concluimos
esta corta reseña de su vida, con las palabras del mismo P. Jesús con que
solicitaba al Sr. Presidente Rafael Correa la nacionalidad ecuatoriana.
“Todo lo vivido ha sido un regalo del Dios de
la Vida y es por eso que le solicito de la manera más comedida a su persona, se
digne extender el decreto ejecutivo correspondiente para que se me conceda la
nacionalidad ecuatoriana por SERVICIOS RELEVANTES prestados. Eso hará
posible mi deseo de contar con la nacionalidad ecuatoriana y sentirme más unido
a ese pueblo y a ese país que tanto quiero y que usted hoy preside”.