sábado, 7 de septiembre de 2013

Jornada de ayuno y oración por la Paz en Siria y en el mundo entero


CHURONITA, REINA DE LA PAZ,

Ruega por nosotros

Estamos encaminados a las fiestas a nuestra Churonita, y es una fuerte tradición realizar hoy la Romería de Santa Cecilia hacia Lago Agrio, unos 13 Kms. de distancia. Pero esta romería tradicional tiene su nota innovadora el día de hoy. El Papa Francisco, sensible por la guerra que se libra en Siria y ante la inminente intervención militar de Estados Unidos y algunos países aliados, ha dicho "¡Que se eleve fuerte en toda la Tierra el grito de la paz!" y ha invitado a una Jornada de ayuno y oración por la Paz en Siria, Oriente Medio y el mundo entero.

Animados por la invitación del Papa Francisco, reflexionemos sobre la Paz verdadera y sobre la falsa paz que se consigue con las armas, sobre la guerra y las diferentes guerras que libramos constantemente. Reflexionemos sobre las intervenciones de todo tipo, ya sea militar, política, económica, ideológica, cultural, religiosa, espiritual, etc. En nuestra tradicional Romería de hoy, unámonos en oración para que con la ayuda de María triunfe la Paz y no la guerra.

¡Vuelvan a la racionalidad! parece decir el Papa al mundo entero. Y es hora de escuchar ese grito. Hay mucha gente diciendo esto mismo no ahora, sino en toda la historia. Mucha gente ha visto y ha experimentado la irracionalidad de un sistema de relaciones basadas en el poder y en la violencia que da plata. Esa violencia que se ejerce en nombre de la patria, los intereses de la nación o cualquier otro apelativo.

En toda la historia humana se escuchan gritos que denuncian este estado de cosas. Quizás gritar no sea suficiente y tengamos que preguntarnos con Juan XXIII qué podemos hacer nosotros en este momento por ese cambio de relaciones mundiales. O bien ese grito sea tan mudo como muda es la impotencia de una niña en un campo de minas. Ella no ha construido esa situación, ni siquiera ha pensado en ella, simple y llanamente se ha limitado a nacer. Y nacer en una parte u otra del mundo condiciona la vida y el futuro hasta tal extremo, que da miedo ponerse a pensar.

Pero las decisiones cotidianas aplastan y posponen  esa vuelta a la racionalidad que el mundo necesita si es que pretendemos garantizar la supervivencia. Ante esa pesada carga habrá que reaccionar, ¿o es que hay que consentir?

CONSENTIR es una opción, que puede surgir ante un peso que no se soporta. En la historia hemos consentido mucho. Los Estados se han metido en ese círculo argumentando intereses de defensa nacional, por ejemplo para justificar una potente industria armamentística que inventa los conflictos o los mantiene y transforma. Y nos sorprendemos a nosotros mismos diciendo que el bienestar exige la defensa de fronteras, la existencia de armas,  la industria de armamentos e incluso justificando que una persona porte en su propia casa un arma y en defensa propia pueda asesinar a un posible ladrón. EEUU ha vendido esta imagen continuamente y gracias a la globalización, en muchos lugares se ha generado la misma división y discusión. ¿Qué será entonces lo que nos debe poner en estado de alerta hasta que podamos gestar soluciones? Desde luego, no debe ser la existencia y el uso o no de armas químicas sino la comunión particular que tenemos con cierto estado de cosas que hoy inventa armas químicas y mañana inventará monstruos alados.

PADECER con quienes que padecen es otra opción. Porque formo parte de la humanidad, y si a una parte de ella sucede algo, a mí también me sucede. Cosas como las que están sucediendo en Siria y otras, requieren de toda la opinión pública mundial un posicionamiento. Pero no sólo somos opinión pública, sino seres humanos. Nuestra consciencia sobre lo que somos y la humanidad que debemos ayudar a generar en el mundo nos pueden ayudar a posicionarnos. Una vez más debemos sentir la llamada de Jesús de Nazaret los que nos decimos cristianos, la de Mahoma los que nos decimos musulmanes y la de la ética mundial quienes nos decimos humanos. Padecer con quienes padecen es un paso. Pero no es lo único. A miles de kilómetros de distancia este “padecimiento” es totalmente virtual y artificioso. Por eso, al padecer, quizás debamos unir el DENUNCIAR todo este estado de COSAS que hacen que sigan primando en las relaciones humanas el poder que lleva considerar inevitable para el progreso científico, tecnológico y humano el desarrollo de la industria de armamentos, incluidos los químicos,  y por lo tanto, que sigue justificando la existencia de conflictos y maquillándolos como agresiones que deben ser pacificadas a fuerza de otras agresiones, injerencias e invasiones.

El ayuno que propone el Papa quizás nos ayude a tomar conciencia. No será un ayuno basado en una petición ingenua sobre la paz. Debe ser más bien un: ¡Basta ya! que desde este preciso momento se ponga a transformar.

Transformar las ESPADAS EN PODADERAS y no ADIESTRARSE PARA LA GUERRA. (cf. Is 2,-5).  Ambas cosas forman parte del sueño de Dios y ambas cosas deben formar parte de nuestras prácticas humanas si es que queremos llegar a disfrutar de una humanidad plena.

Pero, ¿cómo transformar las espadas en podaderas cuando éstas han aumentado y se han tecnificado infinitamente? ¿Cómo hacer para que los tanques, aviones de combate y bombarderos y la tecnología espacial se conviertan en un ejército de tractores que quiten el hambre y cultiven lo mejor del ser humano?

¿Cómo quitar de la mente de tantos jóvenes esa idea sobre un futuro prometedor en el ejército? ¿Cómo no leer la propaganda de los Estados al alistamiento considerado como un servicio a la patria? ¿Cómo evitar esos reclutamientos forzosos en las fronteras? No adiestrarse para la guerra requiere ante todo una capacidad de visión que toma en serio la Palabra de Dios y la experiencia humana de quienes padecen las consecuencias terroríficas de este sistema de violencia universal sobre el que estamos asentados.

Tomemos en serio también los gestos de tantos miles y millones de personas que siguen trabajando y soñando por un cambio de relaciones humanas. Un cambio en las relaciones entre varones y mujeres, entre jefes y empleados, entre poderosos y débiles, entre ricos y pobres, entre puros e impuros… Cambiemos también hoy nuestras relaciones si es que hay un asomo de ansia de poder y posesión en ellas. Soñemos cooperativamente, comunitariamente en otra posibilidad de mundo.

Volvamos a la racionalidad, sí pero a otra distinta que debe construirse de entre estas cenizas.

Pidamos la paz, sí, ayunemos como un acto de insumisión a tanta violencia institucionalizada que hoy tiene rostro sirio, que es fundamentalmente un rostro humano. Y cuestionemos nuestro patriotismo, nuestro machismo, nuestro ideologismo y en definitiva aprovechemos para dar una repasadita a todo el sistema económico y político que permite, sustenta y mantiene ese estado de cosas. Y por fin, todas esas ansias de prestigio poderoso que tenemos agazapadas en un rincón del corazón rugiendo de hambre.

Por eso en este día, con nuestro cariño por la Mamita del Cisne que en el Magnificat  oró, cantó y denunció las injusticias para que reine la Paz: El Dios de la Misericordia “Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías”. Nosotros también oremos por ese mundo de Paz que queremos que reine entre nosotros y nosotras, digamos “Churonita, Reina de la Paz. Ruega por nosotros”. Y con Francisco decimos: Señor, haznos instrumentos de tu Paz.

¡Viva la Paz!