CHURONITA,
REINA DE LA PAZ,
Ruega por nosotros
Estamos encaminados a las
fiestas a nuestra Churonita, y es una fuerte tradición realizar hoy la Romería
de Santa Cecilia hacia Lago Agrio, unos 13 Kms. de distancia. Pero esta romería
tradicional tiene su nota innovadora el día de hoy. El Papa Francisco, sensible
por la guerra que se libra en Siria y ante la inminente intervención militar de
Estados Unidos y algunos países aliados, ha dicho "¡Que se
eleve fuerte en toda la Tierra el grito de la paz!" y ha invitado a una
Jornada de ayuno y oración por la Paz en Siria, Oriente Medio y el mundo
entero.
Animados por la
invitación del Papa Francisco, reflexionemos sobre la Paz verdadera y sobre la
falsa paz que se consigue con las armas, sobre la guerra y las diferentes
guerras que libramos constantemente. Reflexionemos sobre las intervenciones de
todo tipo, ya sea militar, política, económica, ideológica, cultural,
religiosa, espiritual, etc. En nuestra tradicional Romería de hoy, unámonos en
oración para que con la ayuda de María triunfe la Paz y no la guerra.
¡Vuelvan
a la racionalidad!
parece decir el Papa al mundo entero. Y es hora de escuchar ese grito. Hay
mucha gente diciendo esto mismo no ahora, sino en toda la historia. Mucha gente
ha visto y ha experimentado la irracionalidad de un sistema de relaciones
basadas en el poder y en la violencia que da plata. Esa violencia que se ejerce
en nombre de la patria, los intereses de la nación o cualquier otro apelativo.
En toda la historia humana
se escuchan gritos que denuncian este estado de cosas. Quizás gritar no sea
suficiente y tengamos que preguntarnos con Juan XXIII qué podemos hacer
nosotros en este momento por ese cambio de relaciones mundiales. O bien ese
grito sea tan mudo como muda es la impotencia de una niña en un campo de minas.
Ella no ha construido esa situación, ni siquiera ha pensado en ella, simple y
llanamente se ha limitado a nacer. Y nacer en una parte u otra del mundo
condiciona la vida y el futuro hasta tal extremo, que da miedo ponerse a
pensar.
Pero las decisiones cotidianas aplastan y posponen esa vuelta a la racionalidad que el mundo
necesita si es que pretendemos garantizar la supervivencia. Ante esa pesada
carga habrá que reaccionar, ¿o es que hay que consentir?
CONSENTIR es una opción, que puede
surgir ante un peso que no se soporta. En la historia hemos consentido mucho.
Los Estados se han metido en ese círculo argumentando intereses de defensa
nacional, por ejemplo para justificar una potente industria armamentística que
inventa los conflictos o los mantiene y transforma. Y nos sorprendemos a
nosotros mismos diciendo que el bienestar exige la defensa de fronteras, la
existencia de armas, la industria de
armamentos e incluso justificando que una persona porte en su propia casa un
arma y en defensa propia pueda asesinar a un posible ladrón. EEUU ha vendido esta
imagen continuamente y gracias a la globalización, en muchos lugares se ha
generado la misma división y discusión. ¿Qué será entonces lo que nos debe
poner en estado de alerta hasta que podamos gestar soluciones? Desde luego, no
debe ser la existencia y el uso o no de armas químicas sino la comunión
particular que tenemos con cierto estado de cosas que hoy inventa armas
químicas y mañana inventará monstruos alados.
PADECER con quienes que padecen es otra opción. Porque formo parte de la
humanidad, y si a una parte de ella sucede algo, a mí también me sucede. Cosas
como las que están sucediendo en Siria y otras, requieren de toda la opinión
pública mundial un posicionamiento. Pero no sólo somos opinión pública, sino
seres humanos. Nuestra consciencia sobre lo que somos y la humanidad que
debemos ayudar a generar en el mundo nos pueden ayudar a posicionarnos. Una vez
más debemos sentir la llamada de Jesús de Nazaret los que nos decimos
cristianos, la de Mahoma los que nos decimos musulmanes y la de la ética
mundial quienes nos decimos humanos. Padecer con quienes padecen es un paso.
Pero no es lo único. A miles de kilómetros de distancia este “padecimiento” es
totalmente virtual y artificioso. Por eso, al padecer, quizás debamos unir el DENUNCIAR todo este estado de COSAS que
hacen que sigan primando en las relaciones humanas el poder que lleva considerar
inevitable para el progreso científico, tecnológico y humano el desarrollo de
la industria de armamentos, incluidos los químicos, y por lo tanto, que sigue justificando la
existencia de conflictos y maquillándolos como agresiones que deben ser
pacificadas a fuerza de otras agresiones, injerencias e invasiones.
El ayuno que propone el Papa
quizás nos ayude a tomar conciencia. No será un ayuno basado en una petición
ingenua sobre la paz. Debe ser más bien un: ¡Basta ya! que desde este preciso momento se ponga a transformar.
Transformar
las ESPADAS EN PODADERAS
y no ADIESTRARSE PARA LA GUERRA. (cf.
Is 2,-5). Ambas cosas forman parte del
sueño de Dios y ambas cosas deben formar parte de nuestras prácticas humanas si
es que queremos llegar a disfrutar de una humanidad plena.
Pero, ¿cómo transformar las
espadas en podaderas cuando éstas han aumentado y se han tecnificado
infinitamente? ¿Cómo hacer para que los tanques, aviones de combate y
bombarderos y la tecnología espacial se conviertan en un ejército de tractores
que quiten el hambre y cultiven lo mejor del ser humano?
¿Cómo quitar de la mente de
tantos jóvenes esa idea sobre un futuro prometedor en el ejército? ¿Cómo no
leer la propaganda de los Estados al alistamiento considerado como un servicio a
la patria? ¿Cómo evitar esos reclutamientos forzosos en las fronteras? No
adiestrarse para la guerra requiere ante todo una capacidad de visión que toma
en serio la Palabra de Dios y la experiencia humana de quienes padecen las
consecuencias terroríficas de este sistema de violencia universal sobre el que
estamos asentados.
Tomemos en serio también los
gestos de tantos miles y millones de personas que siguen trabajando y soñando
por un cambio de relaciones humanas. Un cambio en las relaciones entre varones
y mujeres, entre jefes y empleados, entre poderosos y débiles, entre ricos y
pobres, entre puros e impuros… Cambiemos también hoy nuestras relaciones si es
que hay un asomo de ansia de poder y posesión en ellas. Soñemos
cooperativamente, comunitariamente en otra posibilidad de mundo.
Volvamos a la racionalidad,
sí pero a otra distinta que debe construirse de entre estas cenizas.
Pidamos la paz, sí, ayunemos
como un acto de insumisión a tanta violencia institucionalizada que hoy tiene
rostro sirio, que es fundamentalmente un rostro humano. Y cuestionemos nuestro
patriotismo, nuestro machismo, nuestro ideologismo y en definitiva aprovechemos
para dar una repasadita a todo el sistema económico y político que permite,
sustenta y mantiene ese estado de cosas. Y por fin, todas esas ansias de
prestigio poderoso que tenemos agazapadas en un rincón del corazón rugiendo de
hambre.
Por eso en
este día, con nuestro cariño por la Mamita del Cisne que en el Magnificat oró, cantó y denunció las injusticias para
que reine la Paz: El Dios de la Misericordia “Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes.
Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes
a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías”. Nosotros
también oremos por ese mundo de Paz que queremos que reine entre nosotros y nosotras,
digamos “Churonita, Reina de la Paz. Ruega por nosotros”. Y con Francisco
decimos: Señor, haznos instrumentos de tu Paz.
¡Viva la Paz!