domingo, 26 de enero de 2014

SUSURROS QUE SON GRITOS - Mateo 4,12-23

Juan ha sido arrestado. La injusticia quiere tener la última palabra sobre Juan. Hay que re-empezar de nuevo. Es la única manera de hacer frente al peso que esa realidad impone. Jesús tiene una reacción única: moverse al territorio de Zabulón y Neftalí. En un lugar fronterizo hará experiencia nueva de la Palabra de Dios: el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. Luz en medio de las tinieblas ha sido Juan para el pueblo. Luz en medio de las tinieblas es Jesús para la humanidad.

Pero la luz se abre paso en medio de lo opaco de la vida. Unos pescadores están en su tarea. Todo vuelve a ser posible. Hay que hacer el camino de Reino junt@s. Él lo está viendo ya claramente: el crecimiento de las semillas, la levadura que una mujer pone en la masa para hacer pan, el juego de los niños, la sencillez de los pequeños, el trabajo en el campo… Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

En Jesús todo es unidad: la vida y la muerte cotidiana vuelve al corazón de Dios y desde ahí se transforma en curación y consuelo. Deseamos esa unidad hoy para cada persona que siente, padece y vive el Reino en Sucumbíos aún sin explicitarlo así. Esa unidad que Jesús mismo quiere dar a la humanidad en estos tiempos difíciles y no tardará en llegar si aprendemos como Él a percibir y acoger los susurros de Dios que son los gritos del pobre.