viernes, 6 de abril de 2012

BUSCAR EL SENTIDO DE NUESTRA VIDA


La carne sedentaria
 –ya lo he dicho en otra ocasión– es el auténtico pecado contra el espíritu santo.
Ecce Homo, Friedrich Nietzsche


No sabemos si están o no de acuerdo con esta frase de este filósofo de la “sospecha”. El caso es que esta frase encierra una gran verdad. Vivir no tiene nada que ver con llevar una vida sedentaria. Tampoco tiene nada que ver con Dios y con su Espíritu la falta de movimiento.

Los días 23-25 de marzo en el Seminario “La Encarnación” se hizo una experiencia movida, dinámica, que quiso ser despertador para los agentes de pastoral del Vicariato. ¿Por qué no convocar a jóvenes inquietos entre 17 y 25 años?  Hay mucha gente que se hace preguntas y que en el momento de las decisiones, precisamente en esta edad, se encuentran totalmente desorientados-as.

Podemos caer en la tentación de dar la espalda a esa desorientación con nuestros propios juicios y sistema de valores. La palabra “joven” puede provocar distintos tipos de reacciones, casi siempre desanimadoras. Porque, o bien inflan la imagen del joven como si éstos tuvieran que comerse el mundo, o bien se les acusa de no tener madurez suficiente para responder ante la vida. Es más: ¿existe eso que llamamos jóvenes? Porque en este contexto de la Amazonía muchas veces ni siquiera se es niño, mucho menos se llega a ser joven.

De cualquier forma, meterse por el camino de lo que hemos llamado “Pastoral Vocacional” y “Pastoral Juvenil” tiene sus riesgos. Podemos estar repitiendo fórmulas que valieron para el pasado y creer que funcionarán. Podemos proyectar lo que nos valió a nosotros-as  pero que a la gente de ahora no le dice nada.

El lema del encuentro quería incidir precisamente en algo que tiene que ver con la mayor parte de las personas de la franja de edad correspondiente entre los diecisiete y los veinticinco años. Pero desde luego también con cualquier persona de cualquier edad que se haga preguntas sobre sí mismo-a o sobre Dios: “Quién soy y adónde voy” en este momento de mi vida, en esta circunstancia. Parar y decirme a mí: quién soy yo, adónde voy con esto que soy… porque si nos conocemos con verdad, es más fácil reconocer hacia dónde debo encaminar mis pasos.

 Se pretendía que el lema calara dentro y emergiera una convicción nueva. Era un lema para todos los públicos y para todos los momentos. Porque la realidad, las relaciones, las angustias, las experiencias de vida y de muerte, nos acaban volviendo sobre lo que en realidad somos y nos proyecta hacia adelante. El objetivo del encuentro se consiguió en parte. Hay mucho trabajo por hacer en las comunidades.

La comisión encargada de la Pastoral Vocacional no puede quedarse quieta si es que no quiere cometer un pecado contra el Espíritu Santo, ¿no creen?