Entonces, les abrió la inteligencia para que
comprendieran la Escritura. (Lc 24,45)
El Resucitado no se rinde. Va de
aparición en aparición con el fin de abrir el entendimiento para que esos
hombres y mujeres asustados comprendan la Escritura. ¿Será que todos los males
nos vienen por no entender la Escritura con la verdad que el Resucitado revela?
Porque de entender a entender va
mucho. Y eso tiene consecuencias. Hay quien entiende la Palabra dejando
intactas las motivaciones y acciones más oscuras. Un ejemplo lo tenemos en la
parafernalia del señor Bush cuando en nombre de la Trinidad, invadió Irak. Hay
quien se refugia en la Palabra de Dios para no dejarse tocar o afectar por la
vida ni por el sufrimiento ajeno, ni por nada que moleste o cuestione sus
propios planes. Es el caso de aquellos y aquellas personas de iglesia que
condicionan la escucha y atención de las personas al horario establecido. Y hay
quienes en nombre de cierta ortodoxia, la utilizan de manera descontextualizada
para afirmarse en lo que previamente creen y organizan.
Una vez en la misa, un curita leyó
aquel pasaje del evangelio donde Jesús decía: los publicanos y las prostitutas les precederán en el reino de los
cielos. La afirmación no daba lugar a dudas. Sin embargo, cuando tocó
comentar aquella palabra, el padrecito dijo: “claro que nos precederán las
prostitutas, pero cuando se conviertan”. Sin comentarios.
Es por esta razón por la cual Lucas no
deja de cuestionarnos con su evangelio. El Jesús Resucitado no se cansa de
decir lo mismo. A ver si ahora todo consiste en abrir el entendimiento. Cuando
la realidad pesa, es preferible no recordar. En el cristianismo es justo al
revés. Como la realidad de la muerte del inocente Jesús pesaba tanto, no era
posible “entenderla” sino mirando hacia atrás, en la propia historia del
pueblo, en la propia historia de salvación y en los designios de Dios. Ahí el mismo Resucitado era el que enseñaba la
clave para recuperar la paz de espíritu. El mismo Resucitado alentaba a la
comunidad naciente a mantenerse y
fundamentarse en la experiencia vivida, que mirase la historia y construyese el
presente.
¿Tendrá también el Resucitado una
Palabra de paz y vida para la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos? ¿Le diría que
se mantuviera sin defensas y humildemente en lo que ha experimentado, visto y
oído?