Guayaquil, 09 de
noviembre del 2012.
Iglesia Pueblo de Dios
de Sucumbíos
Ciudad.
“Les doy un mandamiento
nuevo: que se amen los unos a los otros.
Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado.
En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que
se aman unos a otros."
Juan 13, 34-35
Estimados amigos y compañeros:
Las y los que conformamos la coordinación de las CEBs
de Guayaquil, nos dirigimos a ustedes para manifestarles nuestra solidaridad y
animarlos a seguir adelante en el camino, abierto hace 40 años.
Las y los que conocemos a la Iglesia de Sucumbíos
sabemos que tienen una historia de lucha evangélicamente solidaria: con los
refugiados colombianos, con las nacionalidades indígenas, con los campesinos
maltratados por los militares, con la defensa y protección de la naturaleza,
contra las petroleras, las empresas madereras y turísticas, etc.
Sabemos también que construyeron la evangelización a
partir de los seglares con una organización local, zonal y diocesana y mediante
el reconocimiento de numerosos ministerios laicales.
Igualmente sabemos de su labor social con las mujeres,
los movimientos sociales, la comunicación radial, los pobres de la ciudad y el
campo, la educación, la salud…
Nos llama la atención que desde 2 años, con la
expulsión de monseñor Gonzalo López, han llegado pastores que no solamente no
supieron valorar el trabajo hecho sino que se empeñaron en destruir toda la
organización pastoral tanto eclesial como social.
Los obispos reunidos en el Sínodo de Roma nos
confirman, en su mensaje final, el camino recorrido con la preferencia dada a
los pobres: “A los pobres les reconocemos un lugar privilegiado en nuestras
comunidades, un puesto que no excluye a nadie, pero que quiere ser un reflejo
de como Jesús se ha unido a ellos. La presencia de los pobres en nuestras
comunidades es misteriosamente potente: cambia a las personas más que un
discurso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige
oración; en definitiva, conduce a Cristo”.
Denunciamos las actitudes irrespetuosas contra los
sacerdotes incardinados y los ministerios instituidos, las acciones
destructoras contra una organización pastoral legítima, y las decisiones
excluyentes de otras maneras de expresar la misma Iglesia de Jesús, de parte
tanto de estos pastores externos como de los grupos eclesiales y sociales que
los apoyan.
Es escandaloso que gentes de la misma Iglesia sean los
autores de tales destrucciones. El pastor mayor es aquel que cuida de las
ovejas, las reúne y las protege. Los sacerdotes están al servicio del pueblo de
Dios, alejados de actitudes dominadoras y violentas. ¿Estarán al servicio del
Evangelio o de una ideología feudal?
La Iglesia Pueblo de Dios de Sucumbíos, en comunión
con un camino eclesial latinoamericano, está dando un testimonio profético y
liberador que hace parte de la vivencia universal de la Iglesia. Es conocido y
alabado por todo el continente.
¿Por qué están dando su apoyo a estos malos pastores
las autoridades máximas de la nunciatura y de la conferencia episcopal?
Parece que se
está llegando a una inmoralidad opuesta al Evangelio de Jesús, a la tradición
eclesial y a la originalidad latinoamericana.
Dicen los obispos reunidos en el Sínodo en
Roma: “Ahora, frente a los desafíos del presente, sobre todo la pobreza y la
violencia, la Iglesia en Latinoamérica y en el Caribe os exhortamos a vivir en
un estado permanente de misión, anunciando el Evangelio con esperanza y
alegría, formando comunidades de verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo,
mostrando con vuestro testimonio como el Evangelio es fuente de una sociedad
justa y fraterna. También el pluralismo religioso interroga a vuestras Iglesias
y les exige un renovado anuncio del Evangelio”.
¿No nos dan los cristianos de Sucumbíos el ejemplo
digno de admiración de una Gran Misión permanente para la renovación de la
Iglesia y la evangelización de los pobres? ¿No han firmado unos y nos han
leídos otros lo que los obispos latinoamericanos proclamaron en su 5ª reunión
en Aparecida en Brasil hace 5 años? ¿No han firmado obispos delegados en
reuniones del CELAM en Quito mismo el compromiso de promover las Comunidades
Eclesiales de Base en diócesis y parroquia de todo el país?
Antes éramos perseguidos por militares dictatoriales,
por presidentes asesinos, por medios de comunicación al servicio del capital.
Ahora la persecución es de los que se dicen seguidores de Jesús y pastores en
la Iglesia.
Es hora que termine esta persecución intra-eclesial o
¿es que no se tiene ojos para ver, oídos para entender y corazón para amar?
“Vale más obedecer a Dios que a los hombres” decían los apóstoles de las
primeras comunidades cristianas.
Los obispos recién reunidos en el Sínodo de Roma sobre
“la Nueva Evangelización en el Año de la fe” nos invitan a continuar los
caminos abiertos: “No se trata de comenzar todo de nuevo, sino -con el ánimo
apostólico de Pablo, el cual afirma: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1
Corintios 9,16)- de insertarse en el largo camino de proclamación del Evangelio
que, desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el presente, ha
recorrido la historia y ha edificado comunidades de creyentes por toda la
tierra. Por pequeñas o grandes que sean, éstas con el fruto de la entrega de
tantos misioneros y de no pocos mártires, de generaciones de testigos de Jesús,
de los cuales guardamos una memoria agradecida”.
Pedimos a las autoridades eclesiales recapaciten en
sus actuaciones anti-evangélicas y anti-eclesiales.
Pedimos que los sacerdotes prestados por otras
diócesis regresen a sus lugares de origen. Pedimos que el nuevo administrador este
verdaderamente abierto a una pastoral inculturada y capaz de encontrar caminos
de reconciliación, ayudando a los grupos excluyentes a respetar líneas
pastorales legítimas y aportar propuestas constructoras a fin de mejorar el
trabajo comenzado. Pedimos que todos y los que han colaborado con tales
perversas actitudes tengan el valor de pedir perdón a fín de quitar el
escándalo causado a los católicos y no católicos y la vergüenza que sentimos
como Comunidades Eclesiales de Base.
Confirmamos y apoyamos de corazón a los cristianos,
ministerios, misioneros y sacerdotes de ISAMIS-Pueblo de Dios para continuar el
trabajo comenzado, profundizado en decenios de entrega extrema, conforme a lo
que escriben los obispos del Sínodo de Roma: “Sentimos, ahora, el deber de
exhortar a nuestras parroquias a unir a la tradicional curia pastoral del
Pueblo de Dios las nuevas formas de misión que requiere la nueva
evangelización… Su función permanece imprescindible, aunque las condiciones
particulares pueden requerir una articulación en pequeñas comunidades o
vínculos de colaboración en contextos más amplios”.
Deseamos que esta carta de solidaridad llegue y
sensibilice a las autoridades eclesiales señaladas y a los grupos que
maliciosamente se apoyan en ellas.
Pidamos a Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la
Nueva Evangelización, que ablande los corazones, fortalezca la sabiduría y
ayude a que crezca la fraternidad entre y con todas y todos.
Les mandamos un abrazo fraterno y nos comprometemos
junto a ustedes en su Vigilia cotidiana a encender en nuestras casas y
Comunidades la Luz de la esperanza y la solidaridad.
Por la Coordinación de las CEBs de Guayaquil:
Mónica Campos.
Secretaria
Siguen más firmas.