Juntar en Madrid 50 personas para la presentación de un libro es
una proeza. Llegar a las 150, un milagro. Pero de milagros de solidaridad,
compasión y justicia sabe mucho el obispo Nicolás
Castellanos. Y la presentación, ayer, de su libro "Resistencia,profecía y utopía en la Iglesia hoy"
(Herder-RD), en el salón de actos de
los jesuitas del ICAI, fue todo un homenaje al obispo emérito de Palencia
El patio de butacas abarrotado y, en la mesa de presentación,
los dos coeditores (Raimund Herder y yo mismo), el Padre Ángel, el ex presidente de las
Cortes, José Bono, y el vicepresidente primero del Senado, Juan José Lucas.
El reconocimiento popular, social, cultural, político y religioso a un gran
profeta de la solidaridad.
Faltó el homenaje episcopal. Sus hermanos obispos estaban cerca, muy cerca, en la
calle Añastro de Madrid. Estaban todos. Más de 80. Pero al homenaje a Don
Nicolás no se acercó ni uno. ¿Ya no funciona la solidaridad de clase episcopal?
¿Ya se han olvidado de él? ¿Los compromete demasiado? ¿Los deja en evidencia? ¡Qué molestos son los profetas!
Se les llena la boca hablando de "testigos creíbles" del Evangelio. Pero,
cuando tienen uno delante, no lo reconocen ni lo valoran. Es la eterna paradoja
de esta nuestra institución que persigue y apedrea a sus profetas. ¡Quizás no
pueda ser de otra forma!
El caso es que, en estos momentos, la Iglesia española puede
presumir (y no lo hace) de dos iconos universales de la solidaridad: Nicolás Castellanos y el Padre Ángel.
Allí estaban los dos, uno al lado del otro. Allí estaba la Iglesia pueblo de
Dios, para rendirles cariño y agradecerles su obra. Pero allí no estaba la
jerarquía, atenta sólo a sus cosas, prudente, enrocada en sí misma, sin pisar
tierra...
Los que estuvimos sí vibramos y nos confirmamos en la utopía del
Reino con las intervenciones del Padre Ángel, Bono, Lucas y el propio Nicolás. El Padre Ángel recordó lo mucho que le debe a
Nicolás Castellanos, reconoció su enorme labor y recordó su visita al
"palacio" del obispo en Bolivia.
Bono estuvo sembrado, como siempre. Mordaz, alegre, divertido. Se le ve más suelto y más
libre, desde que abandonó la primera fila política. Conoce y admira desde hace
muchos años a Nicolás. Ha colaborado y sigue colaborando con él. Y, en su linea
de siempre, reconoció que nunca abandonará sus dos amores: el socialismo y la
fe católica. "A pesar de los que, como Martínez Camino, querían excomulgarme".
Cálido y cercano se mostró, desde la otra frontera política del
PP, el vicepresidnete del Senado, Juan José Lucas,
que conoce a Nicolás desde sus tiempos de presidente de Castilla-León. En el
diálogo posterior, el líder popular contó que uno de sus hijos, piloto de
profesión, lo acaba de dejar todo para irse al seminario internacional de Roma.
Para hacerse cura. Lo deja todo por Dios y su padre está "feliz".
Por último, Don Nicolás nos hizo vibrar con una intervención
valiente, cálida, profética, pero siempre cariñosa, humilde y cercana. Nicolás contagia a Dios sin esfuerzo. Lo ofrece con pasión, pero con
dulzura. No es un profeta desabrido. Es un humilde obispo, que
va por la vida sin mitra ni báculo. O con la mitra y el báculo de su sonrisa y
de sus obras.
Don Nicolás es una bendición para el mundo y para la Iglesia. La Iglesia española (jerarquía
incluida) le debe un homenaje. Desde aquí nos sentimos
orgullosos de este prelado de "Hombres Nuevos", el proyecto solidario
con el que está dando pan, cultura y dignidad a cientos de personas de Santa
Cruz de la Sierra. Gracias por todo, Don Nicolás.
José Manuel Vidal