domingo, 22 de diciembre de 2013

Cuando despertemos…

Mateo 1,18-24
 
José tiene que caer en un profundo sueño para poder decidir si actuar desde su derecho de varón prescrito en la Ley de Moisés, o buscar una solución intermedia de repudio en secreto. El sueño es una revelación. Dios aparece más allá de sus quebraderos de cabeza y sus intentos de salida. Y le señala un camino distinto a lo que “natural” y “culturalmente” puede esperarse y justificarse como adecuado. Es su condición de varón justo el sustrato que le sostiene y le permite actuar desde el corazón de Dios. Pero para ello ha tenido que hacer un camino de madurez humana: desde la ruptura de esquemas hasta la aceptación y apertura confiada.
 
José supo muy bien que si repudiaba a María la condenaba no sólo a la exclusión social sino que ponía en riesgo su propia vida. En el sueño Dios sale en su ayuda buscando con él un camino alternativo aprendiendo a mirar a su mujer como compañera de camino, persona como él, que necesita desarrollarse de forma plena y sin trabas. En este momento, él puede confiar y compartir con ella la vida. Supera de una el conflicto con la Ley de Moisés. Más allá de ella puede respirar y entonces, se produce una nueva sabiduría en ambos que hace posible el nacimiento de Jesús.
 
En estos tiempos que corren, José se convierte en un icono para nosotr@s para superar el conflicto legalidad-ética. Es legal la propiedad privada, todos los Estados así lo consideran, pero desde luego hay que plantearse si el capitalismo como sistema que promueve la propiedad privada de los bienes y sigue generando exclusión es ético. Es legal la propaganda política, pero si hay honestidad, tendremos que reconocer que algo falla cuando la lucha por el poder de los partidos políticos puede ser causa de persecución y muerte para las personas. Puede ampararse en legalidad la explotación del Yasuní, pero la cuestión es si esa decisión está fundada o no en la ética. En la Iglesia ocurre lo mismo: pueden ser muy legales todas las estructuras de gobierno eclesial, pero si son discriminatorias o generan la exclusión de laicos y laicas de las decisiones, deberemos reconocer que esa presunta legalidad dista de ser ética. Así en todas las cosas.
 
¿Nos ayudará José mientras dormimos? ¿Dejaremos que el Dios de Jesús nos cambie los esquemas para dejar paso a un nuevo orden de cosas? ¿Experimentaremos el alivio que produce amparar a las personas más allá de lo que dicen las normas legales? Todo depende de lo que hagamos cuando despertemos.