lunes, 8 de octubre de 2012

Creemos llegado el momento de recuperar la libertad, que solo nos asegura la verdad del Señor Jesús y ser fiel a la conciencia. Jn 8,32

Ambato, 6 de Octubre del 20l2

Monseñor  Paolo Mietto
Administrador Apostólico de San Miguel de Sucumbíos
Lago Agrio

Muy estimado Monseñor Mietto:

Sacerdotes y Laicos de la Diócesis de Ambato saludamos a Usted muy respetuosamente  en el Espíritu de nuestro Señor Jesucristo y animados de profundo amor a nuestra Iglesia, en camino al Reino de Dios, le manifestamos nuestra honda preocupación por la situación religiosa, llamada a ser cristiana, de ese Vicariato, que tendrá y ya tiene triste repercusión general.   

Hemos leído con respeto la Carta Abierta de fieles de la Iglesia Local del Vicariato, a los que les damos razón y los respaldamos; nos adherimos a la carta del P. Pedro Pierre y de testigos mexicanos que vivieron la experiencia  de fe en Isamis; conocemos las declaraciones de la Renovación Carismática de Sucumbíos por radio Bolívar y otros de sus manifiestos; por datos objetivos sabemos de las consignas dadas a los enviados “ colaboradores”  de algunas diócesis y del trabajo  consecuentemente por ellos realizado, de lo cual resulta:

1)  Es un escándalo de Iglesia que continúa y agrava el ya cometido con  el grosero  e inhumano trato dado a la Comunidad Carmelita y a Monseñor López Marañón.
2)  Es satánico el plan sistemático de destrucción de la vivencia eclesial  de Isamis, de largos años, a la luz del Evangelio y de los documentos de la Iglesia conciliares y continentales.
3)  Es injustificable al margen de las normas de la Iglesia, responsablemente comprendidas, la preponderancia concedida a recién llegados,  sin sentido misionero, desconocedores del ambiente, de la historia pastoral y de las sanas actualizaciones de la Iglesia, para dar paso a prácticas religiosas tradicionales ampliamente cuestionadas. .
4)   Es absurda  la relegación de sacerdotes locales, vicariales, dueños de casa, de seria y larga experiencia de compromiso pastoral, a uno de los cuales se quiere remover de la parroquia sin razones canónicas probadas, para instalar a “ colaboradores”  pasajeros, ocasionales y la desatención a laicos comprometidos, que tienen derecho a ser oídos, LG.37, mientras se tolera la agresividad de los que obedecen consignas foráneas y promueven un estilo cuestionado de fanatismo religioso emotivo y  sentimental. El Consejo presbiteral vicarial, debe tener como núcleo substancial a sacerdotes locales incardinados que con el Señor Obispo deben calificar a los “ colaboradores ocasionales” para aceptarlos o rechazarlos. Es ingenuo recibir a escogidos  desde fuera.   
5)  No puede entenderse, ni como obediencia, ni como solidario compañerismo el sometimiento a indiscutibles actitudes antievangélicas de superiores eclesiásticos, que con farisaicas intenciones de ortodoxia, solo buscan la recuperación de un clericalismo cómodo y aburguesado.      

Muy estimado Monseñor Mietto comprendemos su difícil situación entre dos fuegos: el de su conciencia cristiana, misionera, eclesial, iluminada, por la Palabra Divina y las sanas normas de la Iglesia  por una parte y la presión desviada de colegas con apariencia de defensa de “sana” tradición.  

Íntimamente nos hemos alegrado de su designación para afrontar el duro trabajo de restablecer la paz, la comunión, la fraternidad, donde las desacertadas medidas eclesiásticas destrozaron esos valores, pero al momento  nos sentimos defraudados, por no ver conseguidos esos  nobles ideales que fueron propuestos por Usted. 

Creemos llegado el momento de recuperar la libertad, que solo nos asegura  la verdad del Señor Jesús y ser fiel a la conciencia. Jn 8,32

Creemos sinceramente que será mejor, volver a casa a colaboradores que sólo colaboran con los que les envenenaron con consignas destructivas sin dar seguridad de integración a la comunión eclesial, largamente vivida  y comenzar el trabajo con los pocos comprometidos locales, superando fallas que siempre existen, en espera confiada que el Dueño de la mies enviará honestos trabajadores a su mies, y correr el riesgo que corrió el mismo Señor  Jesús: ser rechazado y sentenciado por las autoridades del templo, por no ajustarse a sus intereses; Pero yo he vencido al mundo  Jn.  l6,33  .

Le manifestamos nuestra solidaridad y le aseguramos que hay mucha gente a nivel nacional e internacional, que harán casusa común con una postura decidida a favor de la verdad y la pureza de la fe cristiana en una Iglesia de los pobres y sencillos, el campo escogido por el Señor Jesús. Lc. 10,21
 
Por muchos dispuestos a identificarse con sus firmas.  Esta carta enviamos también a la Conferencia Episcopal.

P. Jesús Tamayo