martes, 2 de octubre de 2012

Precupado por las informaciones recibidas del Vicariato de Sucumbíos, me decidí a escribir la siguiente carta a monseñor Paolo Mietto, obispo encargado del Vicariato.

Martes 25 de septiembre de 2012.



Padre Pedro Pierre

A Monseñor Paolo Mietto,

Obispo encargado del Vicariato de Sucumbíos.





Buenos días, monseñor. Lo saludo repectuosamente. No he tenido la oportunidad de encontrarlo.


Me decido a escribirle por ser el obispo encargado del Vicariato de Sucumbíos para comunicarle el dolor y la rebeldía que siento por lo que está pasando en esta porcíon de la Iglesia y del Ecuador.

Personalmente me conocen como padre Pedro Pierre, de origen francesa, de 70 años, sacerdotes diocesano desde 43 años. De origen campesino, he llegado a estas tierras hace 36 años. Interrumpí esta estadía por estudiar 2 años en la Universidad gregoriana de Roma para una licencia en Teología dogmática y luego pasar 8 años en una parroquia rural del Vicariato de Bluefields, Nicaragua, región tropical parecida a la Amazonía ecuatoriana.

Aquí en Ecuador estuve trabajando en parroquias suburbanas de Guayaquil y Quito. Tuve la dicha de formarme con monseñor Leonidas Proaño y trabajar, desde 1979, en el acompañamieno y la formación de las CEBs urbanas y campesinas del país. También pasé 2 años, de feliz memoria, al servicio de la Iglesia San Miguel de Sucumbíos en los últimos años de monseñor Gonzalo López, estando en el sector norte de Nueva Loja y apoyando la formación de los seminaristas.

Amo la Iglesia del Ecuador a la que dediqué 26 años de mi vida. Amo a la Iglesia universal porque me permitió conocer y seguir a Jesús de Nazaret como sacerdote. He tratado de ser fiel en su seguimiento construyendo el Reino que inauguró, desde que leí en la carta encíclica del papa Pablo 6º en 1975, “El Anuncio del Evangelio” que “el Reino es lo unico absoluto; todo el resto es relativo (Mateo 6,33)” (8).

He tratado también de ser fiel al Concilio Vaticano 2º, máxima autoridad en la Iglesia, a sus grandes intuiciones, documentos y constituciones afín de colaborar a la realización del sueño del papa Juan 23, confirmado por el papa Juan Pablo 2º, para que “toda la Iglesia sea la Iglesia de los Pobres”. Las reuniones latinoamericanas de obispos han sido mi guía pastoral y espiritual como magisterio oficial de las Iglesias sudamericanas.

Me siento muy agradecido por todo lo que aprendí en este subcontinente y con mucha deuda con sus pobres y sus mártires. Pero el dolor, la tristeza y la rebeldía me invaden cuando miro y escucho lo que está pasando en Sucmbíos. ¿No ha sido Jesús el hombre compasivo y rebelde por máxima fidelidad a su misión?

No haré mayor comentario del paso desastroso de los Heraldos del Evangelio en Sucumbíos: ¡qué atropello mayor tan opuesto a nuestra fe cristiana.


Su nombramiento dejaba esperar una reconciliación, pero parece que no llega y más bien los conflictos creados y apoyados desde el exterior parecen aumentar peligrosamente.

Entiendo que su origen italiano lo ha inspirado para trabajar al servicio de la Iglesia del Ecuador a la luz del Concilio y de los Documentos Latinoamericanos que buscaban su aplicación a la realidad de este continente.

Entiendo también que usted ha sido encargado de misión, hasta como obispo, en otro Vicariato de la Amazonía y por lo mismo conoce, por una parte, la realidad de esta región y, por otra, lo que exige el empeño misionero cristiano y el compromiso socio-cultural con las poblaciones amazónicas.

Entiendo igualmente que usted conoció a monseñor Gonzalo en su entrega incansable, sus opciones de formar una Iglesia “sirviente y pobre” para el desarrollo integral de las personas y los pueblos indígenas de Sucumbíos. Ha de saber también cómo fue expulsado de Sucumbíos y cuánto estará sufriendo por la destrucción de lo que fue su vida y su sacerdocio.


¿Qué está pasando en la Iglesia de Sucumbíos? ¿Qué hacer para detener tantas desgracias? ¿A quién dirigirse para sembrar un poco de decencia y humanidad?


Se entiende que un Vicariato o una diócesis son una expresión completa de toda la Iglesia donde el obispo, en comunión con el papa, organiza el trabajo pastoral en fidelidad creativa a las orientaciones conciliares y latinoamericanas.

¿Por qué se toma la indecencia de irrespetar el trabajo hecho durante más de 40 años por monseñor Gonzalo y cuantos decenios más por la Congregación de los Carmelitas? ¿Dónde está la solidaridad en la Iglesia y entre Congregaciones misioneras?

¿No es suficiente que un pueblo católico se sienta en la obligación de botar de su Vicariato a una Institución que poco respeta a las personas, en particular a lo pobres, los pueblos indígenas y las orientaciones pastorales conciliares y latinoamericanas?

¿Cómo es posible que, salidos los Heraldos, se mande a otros sacerdotes: “Heraldos sin botas”, como se los llama por muchas partes, para continuar una pastoral obsoleta?

¿Cuál es el afán de empeñarse a querer destruir un modelo de Iglesia legítimo y perseguir a los sacerdotes, misioneros/as, religiosas, ministerios y agentes de pastoral que trabajan en esta línea, siendo usted la cabeza visible e incubridora de tal desastre?

¿No conoce usted la situación religiosa de las Iglesias de Europa que están vacías de fieles por unas pastorales que se han quedado inútiles y contraproducentes?

¿Cuál es el Vicariato o la diócesis del Ecuador que puede competir -todavía hoy después de tanta destrucción- en vitalidad, ministerios y solidaridad, con la Iglesia San Miguel de Sucumbíos? Este Vicariato es mostrado en ejemplo testimonial y ahora martiral, en toda América Latina y mucho más allá de este continente.


Con todo lo que está ocurriendo en Sucumbíos, no puede dejar de pensar en lo que dijo Jesús: “¡Felices ustedes cuando son perseguidos a causa de mi nombre!”… ¡Triste favor que se hace a unos cristanos actuales, cuando Jesús anunciaba y denunciaba las persecusiones provenientes del cruel imperio romano! ¿Dónde está la sana vergüenza que conduce al cambio de actitudes?

En otra ocasión el mismo Jesús apuntaba a la contradicción de los perseguidores de sus discípulos: “Al perseguir y matarlos, pensarán que están rindiendo culto a Dios”… persecusiones e intentos de matar que provienen en Sucumbíos de quienes se dicen católicos, apoyados por tradicionalistas dignos de los tiempos mediavales de la inquisición. ¿Adónde estamos llegando en nuestra propia Iglesia?

¿Cómo no le viene a la mente de usted la frase de san Pablo en el camino a Damasco: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? - ¿Quién eres tú, Señor? – Yo soy Jesús a quién persigues”?... ¿Ni el pensamiento del fariseo Gamaliel a los miembros del Sanedrín que había arrestado a los apóstoles: “Si su proyecto o su actividad es cosa de hombres, se vendrán abajo. Pero si viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y ojalá no estén luchando contra Dios?”.

Recién en el Vaticano, el prefecto de la doctrina de la fe, monseñor Gerhard Müller, acaba de recibir al padre Gustavo Gutiérrez para felicitarle y afirmar, en una larga entrevista, que "la teología de Gustavo Gutiérrez es ortodoxa porque es ortopráctica… Alabar a Dios incita a tomar responsabilidad por el mundo…" (ver nota 2). Algún día, tal vez más pronto que tarde, se reconocerá, como lo confirma el Documento de Aparecida aprobado por el mismo Vaticano, la validez de la opción por los pobres, la vitalidad de las Iglesias que se construyen desde las Comunidades Eclesiales de Base y el tesoro escondido que es la Iglesia de los Pobres.

"La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos pero temperamentos más cortos... más títulos pero menos sentido común... más conocimiento pero menos criterio... Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior... Estamos a tiempo de cambiar…”. Que vuelva la paz a Sucumbíos porque “equivocarse es humano, pero perseverar en el error es diabólico”.


Pido a Dios que lo ilumine y le dé el valor “de obedecer a Dios antes que a hombres”, unos vestidos de sotanas y otras armados de espadas y botas.


Le renuevo mis salutaciones respetuosas.


Padre Pedro Pierre.


Pierre Riouffrait, sacerdote diocesano.


Notas.

1. Le comunico que conservo el derecho de hacer pública esta misiva.

2. Parece que el Vaticano está descubriendo el valor de la teología de la liberación:

Monseñor Gerhard Müller, 10 de septiembre de 2012 a las 09:13 - En Amerindia”.

Con el padre de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez: "La teología de Gustavo Gutiérrez es ortodoxa porque es ortopráctica". El prefecto de Doctrina de la Fe y sus experiencias con la Teología de la Liberación: "Alabar a Dios incita a tomar responsabilidad por el mundo". (Entrevista de 2 páginas).