Ayer, 3 de
octubre de 2012, nuestro Obispo Emérito Gonzalo López Marañón, cumplió 79 años
de vida. Son dos años ya desde que salió intempestivamente de nuestro Vicariato
Apostólico de San Miguel de Sucumbíos, luego de servir a esta Iglesia por 40
años, diciembre de 1970 hasta octubre del 2010.
Desde la
distancia, anoche lo acompañamos, lo felicitamos, dimos gracias a Dios por su
vida y su presencia en nuestra Iglesia y oramos por él, celebrando en la
Parroquia del Divino Niño, de Lago Agrio, con mucha devoción, con profunda fe
y esperanza, una participada Eucaristía
como comunión entre hermanos y hermanas, conscientes de que nuestra fidelidad
al camino de seguimiento a Jesús y a su Evangelio, nos va llevando a un proceso
martirial de Iglesia, que sigue siendo intervenida y atropellada y que por
tanto necesitamos también mucha oración. Gonzalo nos decía recordando a Jesús:
“Ánimo,
no tengan miedo, yo he vencido al muerte”.
“Nos
podrán quitar todo pero menos a Jesús”.
Y preguntábamos: ¿qué va pasar cuándo ya no estés Gonzalo?
“Pasará
lo que ustedes quieran que pase”.
Son,
brevemente, algunas de sus perlas que nos vienen bien en estos tiempos
apocalípticos de nuestra Iglesia. La Carta a los Efesios 6, 11-18 nos animaba y
daba luces.
Después de su
salida, Mons. Gonzalo se mantuvo en Quito donde sus hermanos carmelitas. Su
labor evangelizadora y social en favor del Vicariato y de la provincia, ha sido
reconocida por comunidades, organizaciones, instituciones públicas y
particulares, no así por la misma Iglesia. Por la grave situación de división
de nuestra Iglesia de Sucumbíos, realizó un ayuno de 24 días en el Parque La
Alameda en Quito con el lema: “Por la reconciliación de Sucumbíos, para sanar
heridas”, desde el 16 al 24 de junio del año pasado, 2011. Luego realizó un
Curso de un año en Mística y Espiritualidad en la Universidad de la Mística en
Ávila, España, como buen carmelita, discípulo de Santa Teresa y San Juan de la
Cruz, para volver a beber de la fuente.
Hasta el
momento ha sido impedido de regresar a Sucumbíos, por las autoridades
eclesiásticas, sin que se conozcan públicamente las razones que justifican esta
decisión, manteniéndolas en un oscuro hermetismo, cometiendo una violación a
los derechos humanos, del derecho que debería gozar como ciudadano ecuatoriano
de moverse libremente por su país.
Recordamos,
cuando celebrábamos su cumpleaños en la Casa Diocesana: Todos podíamos llegar a
ella, y era nuestra Casa. Era célebre bromear con la famosa frase “el chancho
del Obispo”, que ofrecía por su cumpleaños y del cual todos los presentes
comíamos con mucha alegría. ¿Será que algún día “La Casa Diocesana”, volverá a
simbolizar para nosotros “la Casa y escuela de Comunión” que ya vivíamos en aquellos tiempos, acogiendo
a propios y extraños, y no sólo a los extraños como ocurre actualmente? Más
aún, ¿será que nuestra Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, volverá a ser la
Casa y Escuela de Comunión, que sin necesidad de un lema, mediante una
pastoral de conjunto, testimoniábamos una sola casa común? No como ahora que ya
existen dos casas y con las últimas decisiones… se siguen implementado muchas
casas. Mientras esperamos como deseo lejano el cumplimiento del lema,
nosotros apostamos, defendemos, trabajamos, hacemos propuestas y decidimos por nuestra
IGLESIA COMUNIDAD, CASA COMÚN, donde hemos aprendido a vivir la comunión. Por eso agradecemos a Gonzalo, en su
cumpleaños, quién nos ayudó a construir la Casa.
Qué linda la
gente que tiene memoria y la sigue ejercitando. ¡¡¡FELICIDADES GONZALO!!!
¡¡¡SEGUIMOS
COMPARTIENDO FE, SUEÑOS, CAMINOS Y ESPERANZAS Y EL AMOR!!!