miércoles, 10 de octubre de 2012

Vat. II: Brújula para navegar en mar anierto



 Santo Padre Benedicto XVI ha convocado a un SINODO DE LOS OBISPOS. Ante la secularización y la descristianización de gran parte de la sociedad actual, especialmente en Europa, se advierte la necesidad de una nueva evangelización que, como decía Juan Pablo II en Haití a los Obispos del CELAM en 1983, debe ser “nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones”.

Benedicto XVI nos dirá que “la evangelización es la fe hecha caridad. A punto de comenzar el Año de la Fe, cabe por eso redescubrir el dinamismo que enlaza la fe, los sacramentos y la caridad. Este dinamismo es traducción, también al plano social, de las actitudes y la “manera de ser” de Cristo, por parte de cada cristiano y de la Iglesia en su conjunto”. Para que nuestra evangelización sea realmente buena noticia y por lo mismo creíble.

El Papa nos dirá también que “el secreto de la nueva evangelización está en la colaboración entre obispos, sacerdotes, religiosos y laicos”. Con su manera de vivir el obispo muestra que "el modelo de Cristo" no está superado; también en las actuales condiciones sigue siendo muy actual. En segundo lugar, el pontífice habló del destacado papel que deben tener en la nueva evangelización los sacerdotes diocesanos. En tercer lugar, destacó el papel que están llamados a ofrecer los religiosos --«una gran riqueza de la Iglesia»-- a la nueva evangelización. Por último, reconoció que en medio de la «apostasía silenciosa» que se constata en algunas sociedades, los laicos tienen una tarea «insustituible», «pues se desarrolla en la vida cotidiana, en ámbitos en los que el sacerdote puede llegar con dificultad».

Y nos propone ahora, a los cincuenta años de su celebración, retomar el Concilio Vaticano II como “la brújula que permite a la barca de la Iglesia navegar en mar abierto, en medio de las tempestades”.

Queridos hermanos y hermanas:
En la vigilia en que celebramos los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano Segundo y el inicio del Año de la fe deseo hablar de este gran evento eclesial. Los documentos conciliares son una brújula que permite a la barca de la Iglesia navegar en mar abierto, en medio de las tempestades o de la calma, para llegar a la meta. Debemos aprender las lecciones más simples y fundamentales del Concilio, a saber: que el cristianismo en su esencia consiste en la fe en Dios y en el encuentro con Cristo, que orienta y guía la vida. Lo más importante hoy, como era el deseo de los Padres conciliares, es que se vea, de nuevo, con claridad, que Dios está presente, nos mira, nos responde; y que, por el contrario, cuando falta la fe en Él, cae lo que es esencial, porque el hombre pierde su dignidad. El Concilio recuerda que la Iglesia tiene el mandato de transmitir la palabra del amor de Dios que salva, para que sea escuchada y acogida aquella llamada divina que contiene en sí las bienaventuranzas eternas. El Concilio es una fuerte invitación a redescubrir cada día la belleza de la fe y a conocerla de modo profundo, para una más intensa relación con el Señor y a vivir auténticamente la vocación cristiana.

 “Yo salté de la barca y camino entre las olas al encuentro de Cristo. La Iglesia debe abandonar la seguridad de la barca y caminar entre las olas. Llegará la noche, la tempestad, el miedo, pero no hay que retroceder. La Iglesia está llamada a ir al encuentro del mundo”. (Juan XXIII)